Mi esposo es escritor y recientemente estuvo escribiendo cuentos para un concurso. La fecha de entrega estaba a un par de días y aún le faltaban 3 cuartillas para llegar al mínimo establecido en las bases. Las hago en una tarde, me decía y seguía revisando obsesivamente las cuartillas ya terminadas. Entonces le dije:
-¿De dónde sacaste eso?, me dijo.
-Agile –contesté.
-Me lo imaginaba.
No es la primera vez que hablo en Agile para cosas comunes y corrientes. En otra ocasión, mientras veía un reality de un chef que ayuda a diferentes restaurantes que son un caos, descubrí que su método para cubrir los pedidos de las mesas incluía un WIP=1 (Work In Progress). Cubrir platillo a platillo y mesa a mesa con los comensales, era más eficiente que cocinar muchas cosas al mismo tiempo. Mi corazón brincó de alegría.
Esto lo escribo porque leí a Adam Weisbart siendo mejor scrum master, digo novio. Un salón de clase de primaria autoorganizado y un Kanban para que los niños hagan lo que les toca. Agile transforma tu vida, les digo.
Por cierto, mi marido entregó a tiempo y completo lo que se necesitaba. Buena scrum master, buena. *palmaditas en la espalda*